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EXPERTOS DE NIVEL MUNDIAL
FUERON RELATORES DE CURSO DE ECOLOGÍA MARINA REALIZADO EN LA UCN
- Actividad realizada en la
Facultad de Ciencias del Mar estuvo dedicada a aspectos fósiles
y de DNA de chitones.
Chitones, quitones, apretadores o cucarachas de
mar. Varios son los nombres por los que se le conoce, pero lo que no
cambia son sus características ocho placas (de allí que
pertenezcan al grupo de poliplacóforos), que como una armadura
articulada, protegen el cuerpo de este molusco, protagonista de un
curso efectuado (7-9/1) en la Universidad Católica del Norte.
La actividad congregó a profesores
y estudiantes de pre y postgrado nacionales y extranjeros, que tuvieron
oportunidad de actualizar sus conocimientos en torno a esta especie,
contando para ello con dos de los cinco principales expertos a nivel
mundial en este ámbito: el Dr. Douglas Eernisse, de la
California State University, Los Angeles, y el prof. Boris Sirenko,
Instituto de Zoología de la Academia de Ciencias de Rusia, San
Petersburgo, con más de 50 años de experiencia en estos
animales y formador de numerosos científicos.
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El
curso se enmarcó en el desarrollo de un proyecto Fondecyt
dedicado a biogeografía evolutiva de poliplacóforos
(chitones),
moluscos muy primitivos cuyas placas les permiten enrollarse y
esconderse en las grietas de las rocas, donde son
difíciles de
encontrar. La investigación es liderada por el Dr. Christian
Ibáñez, |
del Departamento de Ciencias Ecológicas de la U. de Chile, y en
la
misma también participa como co-investigador el Dr. Javier
Sellanes
López, del Departamento de Biología Marina de la U.
Católica del Norte. |
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El objetivo de este trabajo es integrar la
información de distribución, filogenia y fósiles,
con el fin de descubrir patrones biogeográficos, evaluar los
cambios históricos que los han formado y así poder
proponer un escenario de su evolución, utilizando los moluscos
poliplacóforos como modelo de estudio. Además de sus ocho
placas, los chitones se distinguen por su notable capacidad para
adherirse a las rocas, de las que solo pueden ser despegados usando una
herramienta, gracias a su complejo sistema de musculatura.
La costa de Chile constituye un
interesante modelo de estudio, debido a la presencia de gradientes
ambientales respecto de temperaturas del mar, salinidades. “Hemos
encontrado resultados interesantes en el DNA y queremos ver si en los
lugares donde hay más especies ha habido más eventos de
especiación (proceso por el cual una especie da lugar a otras),
se van diferenciando morfológica y genéticamente,
señala Ibáñez, destacando que algunas de estas
especies son endémicas, es decir solo viven en nuestro
país, y además presentan un amplio registro fósil.
Para Sellanes, uno de los aspectos
enriquecedores del curso, junto a la presencia de los dos destacados
expertos, fue la diversidad de asistentes, desde estudiantes de
pregrado a académicos, nacionales e internacionales y de
distintas universidades (U. de Chile, PUC, U. Austral, UCN), incluyendo
además la curadora de la sección de invertebrados del
Museo Nacional de Historia Natural. La idea de la Facultad de Ciencias
del Mar, precisó el académico, “es seguir concentrando
este tipo de cursos en los meses de verano, cuando gran parte de la
infraestructura de salas de clase y laboratorios de docencia queda
subutilizada. Aprovechar además para no solo hacer cursos de
nivel superior, como el presente, sino también actividades para
la comunidad en general, con el fin de vincularnos mejor con nuestro
entorno”.
Colaboración universitaria
A través de la
información fósil y del DNA, adelanta Christian
Ibáñez, “podemos conocer cómo ha sido su
evolución en el tiempo. Estos animales también son
sensibles a los cambios ambientales, quizás uno conociendo el
pasado y el presente podría hacer alguna estimación de
cómo se enfrentarían al cambio climático. En este
contexto podría servir para manejar otro tipo de recurso;
si se busca el lado aplicado, podría servir como modelo para
otros grupos”.
Al finalizar este proyecto, de cuatro
años de duración, se espera poder probar que los grupos
de chitones que tienen más especies deberían ser los
más antiguos, precisa el científico, tarea que
llevarán adelante a través del DNA. “Usando el llamado
reloj molecular se puede calcular cuándo aparecieron en el
pasado (hace millones de años)”. El otro foco de la
investigación apunta a ver cómo ha evolucionado el
tamaño de los quitones.
Ibáñez valoró la
colaboración con la UCN, representada por el co-investigador del
proyecto Javier Sellanes, casa de estudios cuya ubicación, dijo,
es muy estratégica para la biología marina.
Además, “tienen una sala de colecciones donde estamos
depositando los ejemplares de cada especie, se están
fotografiando, haciendo ADN”. Y también destacó la
experiencia del Dr. Sellanes en otros proyectos, que ha permitido
colectar poliplacóforos a 800mt de profundidad, algunos de los
cuales serían nuevos para la ciencia.
Dientes
poderosos
Una particularidad única de los
chitones son sus dientes extremadamente duros, gracias a que
están recubiertos de una capa natural de magnetita. Esta
característica ha hecho que sean llamados los “Wolverine” del
mundo real y, en un plano más serio, según publica la
prestigiosa revista Nature, ha despertado el interés de
investigadores de la Universidad Northwestern, Illinois, EEUU, que ven
en este molusco la clave para generar nuevos supermateriales.
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En el Limarí la
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